Reflexiones de una nadadora

Tengo la sensación de que el mundo va demasiado rápido. Suceden demasiados acontecimientos y hay demasiadas distracciones como para poder analizar todo con mesura. No tengo tiempo para leer todos los artículos ni todos los tuits interesantes. A veces necesito parar un poco y tomar aire. Entonces, me voy a nadar.
 

Me gusta nadar porque es un rato de evasión, hago deporte, relajo los músculos y desenredo los pensamientos. Suelo ir a la piscina cubierta de Alberto Maestro. La luz entra a raudales por la cristalera y crea bonitos reflejos en el agua. Mientras doy brazadas, se me ocurren relatos y buenos titulares, repaso la lista de la compra y de los recados domésticos.

Esta mañana, las imágenes de los últimos días no dejan de bailar en mi cabeza. Veo a policías que pegan a manifestantes en Madrid, y a policías disfrazados de manifestantes; un camarero convertido en héroe del 25-S; ultraderechistas que boicotean una conferencia en la Universidad de Zaragoza; una oficina del paro abarrotada de caras tristes; el alegre alboroto a la entrada y la salida del cole; pienso que todas las historias tienen cara y revés (la polémica con la natación sincronizada española, por ejemplo); recuerdo una entrevista que he leído a Gumersindo Lafuente, sobre el futuro del periodismo: “Estamos en un momento revolucionario. Esto no es una transición. Es una verdadera revolución. Cuando da comienzo una revolución es imposible saber cómo va a terminar…».

Último largo, esprinto a crol. Salgo con los músculos relajados, pero los pensamientos siguen enredados.

5 comentarios

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5 Respuestas a “Reflexiones de una nadadora

  1. Marta Sanuy

    ¿A qué todo se piensa de otro modo nadando? Gusto leerte Paula. Buscamos pronto un hueco ¿eh? Besicos

  2. Ana

    Por el final feliz de «la revolución»…, por las tardes de otoño, y porque poco a poco desenredemos los pensamientos…Seguro, que al menos algunos de ellos vuelve a su sitio…Da gusto leerte.

  3. A mi me gusta caminar mientras le doy al coco… 🙂

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