Boltañeros

«Qui podese, como o viento, ferse sentir
d´aquí t´alla, volando por todo o país;
de Campodarve ta Sieste, bufar bufar,
pa que no quede ni una casa sin rondar»

La Ronda de Boltaña lleva 30 años cantándonos canciones de la montaña. O viento rondador es una de las primeras. O viento rondador es también el nombre de una carrera preciosa en el entorno de Boltaña. Por segundo año, un grupo de amigos jabatos nos apuntamos a pasar un fin de semana de monte y risas. Somos unos cuantos repartidos entre las tres distancias (11, 24 y 42 kilómetros). La salida y la meta son en la plaza mayor del pueblo, centro de muchas emociones.

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«Sube a Ascaso y verás un reloj de sol
que dicen que marca el tiempo de la gente que marchó;
de coloricos pintado en una pared,
como yo espera el día de verlos volver»

Los corredores rondadores de la de 24 kilómetros salimos a las 8.30 de la plaza de Boltaña. Después de unos primeros kilómetros de pista y senda, llegamos a Ascaso, el pueblo del reloj de sol y que en verano organiza «la muestra de cine más pequeña del mundo». Ahí empieza la subida dura de verdad. Paso a paso, andando porque es imposible correr cuesta arriba, llegamos a la cima de Nabaín (1.650 metros). Ahí los rondadores enmudecemos ante la belleza de las vistas. Y cogemos aire para una bajada de vértigo de 5 kilómetros hasta Jánovas.

La Ronda de Boltaña nos ha cantado y contado muchas veces la historia triste de este pueblo al que mató una pantano fantasma. Pero esta es una carrera muy alegre. Al paso por Jánovas los voluntarios y el público nos animan y nos aplauden (entre ellos, mis padres y mi sobrino Ibon). Los boltañeros seguimos después junto al Ara, agarrados a cuerdas para no caer al río. Las carreras de montaña son muy especiales y no se parecen en nada a una carrera por asfalto siguiendo ritmos y liebres. Aquí sigo corriendo por un sendero, a ratos acompañada por otros corredores y a ratos sola, disfrutando del silencio, del sol que se cuela entre las hojas de los árboles, las piernas ya cansadas.

«Que el viento rondador
lleve mi canción a Sieste, Ascaso, Espierlo y Aguilar,
a Muriello y Margudgued,
a Campodarve también,
a Seso y Silves para terminar»

Pasamos junto a Seso, ya nos queda poco a los de 24. A lo lejos se ven las casas de Boltaña, recorremos el último tramo (aquí sí se puede correr, ¿verdad, Dani?) junto al Ara. Pasamos por la puerta de nuestro camping, cruzamos el río y emprendemos la última subida (¡ayy!) por las calles del pueblo. Me animan unas vecinas desde la puerta de su casa. Veo a Anica en la última curva. Y cruzo la meta 3 horas y 12 minutos después. En la plaza me esperan mis amigos jabatos, mis padres e Ibon.

Nos abrazamos, nos contamos la carrera, algunos ya han empezado con las cervezas. Luego metemos los pies en el río. Esperamos a Sergio (¡qué valiente, 42 kilómetros y más de ocho horas corriendo por la montaña!), comemos, brindamos, reímos y prometemos volver.

Gracias a la gente de Boltaña por una carrera maravillosa. Gracias a mis amigos jabatos (Marisa, Sergio, Pepelu, Marta, Dani, Ángel, Antonio, Silvia y los pequeños) por estos momentos.

11 comentarios

Archivado bajo deportes, viajes

11 Respuestas a “Boltañeros

  1. Carmen Calvo

    Cómo me gusta La Ronda… y el monte… y tus historias… Y todo junto… Es una auténtica delicia leerte, boltañera querida. ¡Besicos!

  2. Toda una figura del running te veo.
    Um saludo

  3. Esther

    De nuevo enhorabuena Paula ,estas que te sales , como me alegro, muy bien campeona.

  4. La Ronda y Boltaña, dos conceptos siempre unidospara descubrir historias preciosas. Me encanta.

    Ya era seguidora de este blog desde hace mucho tiempo. Agradezco enormemente que hayas entrado en siempreel8.com y ahora más todavía que lo estés siguiendo. Gracias de verdad. Me halaga que lo sigas.

    Nos leemos por la red.

    Un saludo,

    Patricia Marco

    • ¡Gracias a ti! A mí también me gusta mucho el fútbol y cómo lo contáis en vuestro blog. Nos seguimos y nos leemos. Un abrazo

      • Muchas gracias Paula.
        Recibir este tipo de comentarios me alegran el día y animan a seguir trabajando como hasta ahora. Se ve que merece la pena cuando se reciben estas palabras.
        Nos seguimos leyendo y compatiendo nuestras ilusiones personales y profesionales.

        Un abrazo.

  5. Javier

    Cada relato una carrera, en la que el cuerpo, llevado por las piernas, se separa de la mente que empieza a fundirse con un entorno, con el paisaje, llevándonos más lejos de lo que nos llevan los pies , o cualquier «artilugio» de estos «modernos» fósil-propulsados. Correr, hace ya demasiados años, por los montes de Ricla y Calatayud. Con los pies no llegué mucho más lejos, ni mucho más alto. Con los sueños no había límites.
    La Ronda de Boltaña, el frágil hilo hacia nuestra cultura, o más bien la interpretación de una cultura que guardamos en el cajón de los olvidos. Ya no es nuestra cultura, aunque nos suene cercana. La simbiosis de nuestra Tierra, nuestra Naturaleza que forjó la identidad de nuestros mayores, no la nuestra, con su que hacer diario, con su forma de vida, ha desaparecido. Así, las representaciones culturales que hacemos con más o menos frecuencia, es la clara muestra de que nos hemos apartado de la Cultura ligada a esta Tierra. De consumir y de vivir, ni más ni menos que de lo que nos da «nuestra» Tierra a su propio el ritmo, el de la Naturaleza, del Sol, del agua y del viento. Tierra de verdad, no territorio, la que se coje con las manos y se escapa entre los dedos, la que se humedece, la que enraiza nuestros alimentos. Globalización, «globalicismo», «Antikultu».
    «Tienes nombre de río, pequeña nación…», Guárdanos!, nuestra pequeña Tierra. Guárdanos del futuro, nuestra pequeña Nación. Guárdanos!, a pesar de todo lo que te hemos olvidado y de todo el mal que te hemos hecho.

    • Correr por la montaña (sean montañas altas o bajas, caminos polvorientos o bosques frondosos, da igual) es una sensación maravillosa de comunión con la naturaleza. Es tocar la tierra, sentir el sol y el viento en la cara, el cansancio en las piernas. Sentirnos frágiles y poderosos a la vez. Correr y sentir. Seguimos, donde nos lleven las piernas y los sueños. Un abrazo, corredor

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